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Entrevista
Daniel Filmus y Adriana Puiggrós:
¿A dónde va la educación?



El es el ministro de Educación de la Nación y ella es la que conduce el área en la Provincia de Buenos Aires. Viva los reunió para que digan si tiene remedio la crisis educativa. Aquí sus explicaciones.

Dice Puiggrós: “Formamos parte de una misma corriente política y, en términos generales, vemos los problemas educativos de la misma manera. Tenemos en común el amor al país y una cierta mirada hacia adelante”.

En esa mirada hacia adelante, ¿avisoran fricciones?

Filmus: Hay dos cuestiones: una en el campo de lo político y otra en el campo intelectual. En el campo intelectual es buenísimo que se discuta y se debata y cuanto más pluralidad y más matices, mejor. En el campo de lo político, hay algunos ejes centrales. Es la primera vez que veo a Adriana desde que asumió y le contaba que el eje central para nosotros es el de una escuela más exigente, de mejor calidad, que priorice la igualdad. Después puede haber perspectivas muy particulares que tienen que ver con la gestión de la provincia de Buenos Aires, que es un mundo en sí misma.

Puiggrós: Establecés un diálogo.

Filmus: Aparte, te va a pasar Adriana lo que a mí ya me pasó: la gente se formó con nuestros libros.

Puiggrós: Me está pasando y es un problema.

¿Por qué es eso un problema?

Filmus: Te leyeron, te estudiaron y te obligan a ser coherente.

Puiggrós: ¡Claro! Después te dicen: ¿Cómo va a hacer para lograr lo que escribió en la página 123 del libro tal? Del dicho al hecho hay mucho trecho, pero no por mala voluntad de los políticos, sino porque es distinto cuando uno está en una posición crítica sin un compromiso de gestión. Yo creo que es un acierto del presidente Néstor Kirchner y del gobernador Felipe Solá, haber entendido que no basta con tener una práctica política, que hace falta conocer a fondo la educación y el sistema educativo.

¿Ustedes no van a decir, como dijo Fernando Cardoso al asumir la presidencia del Brasil: “Olvídense de todo lo que escribí”?

Se ríen los dos y dicen que no. Que en ese caso hasta los editores de sus libros los perseguirían.

¿Qué nota le pondrían a la educación argentina hoy?


Puiggrós:
Es difícil.

Filmus: A educadores no se le puede preguntar eso. Imagino que Adriana coincidirá conmigo en que no estamos conformes con la educación que tenemos. Hay que mejorar, fundamentalmente la calidad y la igualdad. Los aprendizajes que reciben los chicos son insuficientes para seguir estudiando, ingresar al mundo del trabajo y tener una perspectiva ciudadana crítica. Y por otro lado, la Argentina sigue teniendo -las evaluaciones lo muestran- una desigualdad notoria entre los aprendizajes que logran los chicos según su nivel socioeconómico. No sé qué nota en concreto significa eso.

Puiggrós: También hay que matizar cuando se habla de la maravillosa educación argentina del pasado. Probablemente eso haya sido hasta mediados de los años cincuenta, pero después habría que preguntarse por qué las generaciones siguientes, formadas por ese sistema educativo, no tuvieron capacidad para sostener ni la democracia, ni el sistema productivo, ni el sistema educativo. Uno no podría poner una calificación. Es lo mismo que cuando se dice: ¿los docentes están bien formados o están mal formados? No se puede dar una respuesta general.

 

Pero es posible hacer un análisis del conjunto. Y ese análisis suele ser muy negativo con la escuela.


Filmus:
Por eso somos portadores de la idea de transformar el sistema y de mejorarlo. Algunas cuestiones son del propio sistema y otras tienen que ver con la realidad socioeconómica general. Este es un país donde más de la mitad de los chicos son pobres. Aquello que no pueden resolver ni la familia ni otras instituciones, se descarga sobre la escuela. Un maestro tiene que enseñar, pero al mismo tiempo tiene que despiojar, atender los problemas de violencia familiar, dar de comer y prevenir los problemas de salud.

¿Cómo harán para que los maestros puedan concentrarse en educar?

Filmus: Si hay un conjunto de instituciones que vuelven a resolver los problemas sociales, la escuela recupera el tiempo para la educación. Podemos mejorar el sistema educativo porque está mejorando el país en general. Por acá pasó un huracán desigualador cuyas consecuencias no compensa una brisa en el sistema educativo. La educación es factor necesario pero no suficiente para conseguir igualdad social.


Entonces, ¿hasta que no se elimine la pobreza no tendremos buena educación?


Puiggrós:
Estamos en un momento de expansión donde tenemos la posibilidad de formar chicos que puedan ingresar a la Universidad y al mundo del trabajo. Pero todo es posible en la medida en que siga creciendo el empleo. Necesitamos que en la casa de cada uno de los chicos haya un adulto con salario y un momento para la mesa familiar, para que la escuela pueda dejar de hacerse cargo del agujero que queda cuando esto no se cumple.

Filmus: Hay un proyecto nacional que va en esa dirección. Doy un ejemplo: el paradigma de la década de los 90 fue el taxista-ingeniero. ¿Para qué iban a estudiar ingeniería si cuando se recibieran iban a ser taxistas? ¿Para qué sostener escuelas técnicas si el modelo de país era financiero y especulativo? Ahora nos damos cuenta de que no tenemos ingenieros, ni matemáticos, ni físicos, ni químicos. Hay que producirlos porque cambió el modelo de país.

Pero el estudio ya no garantiza una vida mejor. Ahora se pide título secundario para ser repositor de supermercado.

Filmus: Es que la educación dejó de ser un trampolín (que permitía el ascenso social) y se transformó en un paracaídas. Cuando todos caen, todos quieren estudiar más porque los que tienen el paracaídas más grande, caen más lentamente. Porque el chico que tiene escuela media puede ser repositor porque el que ya tiene escuela básica no puede ser ni siquiera eso. Estudiar siempre sirve; aun cuando no sirva para ascender, sirve para no caer.

 

Entrevista
Juan Carlos Tedesco “No se le puede pedir a la escuela que resuelva la desigualdad social”


Segundo de Filmus, heredó el timón del sistema educativo y busca recuperar el rol del docente porque piensa que “tenemos algo que transmitirles a los alumnos”. Preocupado por los resultados y las inequidades reales del país, apuesta a reducir diferencias sociales pero advierte que la escuela, sola, no puede resolver ese problema.

Es raro que un ministro de Educación en la Argentina jure sólo por la Patria...

J.C.T: Es mucho ya jurar por la Patria. Que la Patria te lo demande es una gran responsabilidad.


¿Y con Dios qué pasa?


J.C.T:
Dios es algo privado para mí. En la función pública prefiero jurar por la Patria.

La semana pasada se difundió la evaluación internacional PISA que muestra los malos resultados de la educación argentina: los secundarios obtuvieron el puesto 53 sobre 57 países evaluados, el peor en América latina. La inversión en educación aumentó pero los resultados no mejoraron,
¿cómo se revierte esta tendencia?


J.C.T:
Distingamos: la Argentina ha aumentado la inversión en los últimos años, esta prueba se tomó hace dos años a los alumnos que estaban finalizando la escuela secundaria, o sea que lo que se estaba midiendo es una trayectoria educativa. La verdad es que esos chicos a esa edad y en ese momento son los que atravesaron lo peor de la crisis. Habían entrado en la escuela primaria hace doce años, atravesaron todos los momentos de crisis económica, social, política, cultural y los resultados reflejan eso. Son bastante coincidentes con los datos de nuestro Operativo Nacional de Evaluación (ONE); ahora nuestros datos también nos muestran que los resultados en los que han entrado en la escuela primaria en los últimos cinco años son bastante mejores. Podemos estimar que el cambio de tendencia ya empezó y tenemos que hacer mucho para que se siga sosteniendo. Los cambios en logros de aprendizaje son lentos. Miremos a Chile. Hoy Chile está mostrando muchos mejores resultados, tardaron casi quince años, de mucha inversión en educación... No quiere decir que nosotros vayamos a tardar quince años, pero lo que digo es que el impacto de mayor inversión en educación que tiene que ver con mejores salarios, mejores edificios, mejor equipamiento, hasta que se traduce en lo que el maestro hace en la sala de clase y lo que el alumno aprende, pasa un tiempo. El desafío es ése: poner una prioridad muy fuerte en responsabilidad por los resultados.


¿Qué implica la responsabilidad por los resultados?


J.C.T:
Esto implica que todos, el Estado nacional, los Estados provinciales, los directores, inspectores de las escuelas, los maestros, los alumnos y las familias tengamos mucha responsabilidad por los resultados, que no nos sea indiferente. Si yo veo que un chico no está aprendiendo, no puedo quedarme indiferente y decir es su problema. Tengo que reaccionar frente al resultado. Esto no es sólo responsabilidad individual del maestro, es más institucional, es el equipo.


En dos años se vuelve a tomar esta evaluación internacional y ahora usted es el ministro. ¿Qué expectativa tiene?


J.C.T:
La expectativa es que nos vaya mucho mejor.


Usted siempre alude a los niveles de inequidad en el sistema educativo, ¿cómo se refleja en los resultados?


J.C.T:
Una parte de ese problema no es educativo. Sabemos muy bien que la educación es fundamental pero no se le puede pedir a la escuela que resuelva la desigualdad social. Hay mucho que hacer y se está haciendo en términos de condiciones materiales de vida de la población. En el año 2003, el 70 por ciento de los chicos de la Argentina estaba en condiciones de pobreza y de ellos, el 40 por ciento estaba en indigencia. En esas condiciones educar es muy difícil. Hoy esos índices han bajado significativamente y hay que seguir creciendo económicamente y distribuyendo mejor la riqueza, éste es un aspecto fundamental. Ahora, después hay que hacer cosas desde la escuela y ahí las políticas para disminuir la brecha en todo sentido son políticas de inclusión: estamos otorgando más de 600 mil becas a chicos de primaria, secundaria y terciaria cuyos montos promedian unos 700 pesos anuales. Estamos atendiendo prioritariamente a escuelas de sectores más desfavorecidos, a través de programas múltiples de provisión de textos, de computadores. Estamos con un plan de infraestructura, la construcción de escuelas prioriza fundamentalmente las zonas más desfavorecidas. Hay una batería de estrategias destinadas a mejorar mucho los insumos materiales del aprendizaje: edificios, textos, computadoras y tiempo. La Ley Nacional de Educación nos manda a ampliar el número de escuelas de jornada extendida o completa. En el 2010 tendríamos que llegar al menos al 30 por ciento de la matrícula de primaria. Luego viene el capítulo pedagógico: los métodos, las formas de enseñanza que tienen que ver con que nuestros docentes estén técnica y políticamente capacitados para enfrentar el problema de la igualdad en los resultados educativos.

¿Qué quiere decir con “políticamente capacitados”?

J.C.T: Muchos de nuestros maestros son abnegados y son los que sostienen en muchos lugares la educación, esa pasión por la justicia social, porque que el chico aprenda aun en condiciones muy desfavorables es muy importante. Tenemos que acompañar esa pasión con elementos técnicos, con que tenga el instrumental para trabajar, para eso se creó el Instituto Nacional de Formación Docente, se aumentó un año la formación inicial de los docentes, se están desarrollando proyectos destinados a la capacitación en servicio. El docente, en sentido colectivo como equipo, es nuestro recurso más valioso para resolver el problema de la desigualdad. A partir del año próximo la formación docente inicial será de cuatro años, el último año tiene que estar bajo alguna forma de residencia, salvando las distancias, tomando el modelo de formación de los médicos.

 
 
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