En Argentina es honrrada, al igual que en Bolivia, debido que tras la muerte de su esposo asumió la comandancia de las guerrillas que conformaban la luego denominada Republiqueta de la Laguna.
   Ella había nacido nacía en la finca familiar de los Azurduy, los territorios colonizados por los españoles en América del Sur apenas se contenían dentro de las costuras impuestas por el régimen. Matías Azurduy, por eje- mplo, español casado con la chola Eulalia Bermúdez y dueño de extensas tierras que trabajaba con la ayuda de indios nativos y de una casa en la ciudad, tenía todos los derechos. Pero no así sus hijas.
   Ella ya había contraído matrimonio y era madre de cuatro hijos, cuando se incorporó con toda su familia a la lucha contra los realistas, su cabeza ya tenía precio.
   La muerte de Manuel, el amor de su vida, marcó el momento en que se retiró de la lucha. Sólo se quedaría a la elección de su sucesor dentro del intrincado panorama de caciques que se dividían la resistencia en el Norte. Luego partió para Salta, donde acompañó a Güemes hasta la muerte de éste. Pasó los últimos años en su Chuquisaca natal, escribiendo cartas a los gobiernos de Bolivia y Argentina, reclamando su pensión.