LA IGLESIA CÓMPLICE

A través de la historia muchos movimientos dentro de la Iglesia Católica pretendieron que ésta regresara a los contenidos del Evangelio, y asumiera su compromiso con los desprotegidos, los desheredados, los perseguidos. Una Iglesia que había basado su poder en la convivencia con el poder temporal y en "Guerras Santas", y que había llevado a cabo persecuciones disfrazadas contra la "herejía" a través de la Santa Inquisición y, en nombre de la "evangelización" el genocidio de 90 millones de hermanos indígenas en América. Estos movimientos renovadores fracasaron siempre y la Iglesia Católica sigue siendo, a través de su jerarquía, aliada de las estructuras políticas, económicas y militares dominantes. Con el Concilio Vaticano 2° y la Encíclica Populorum Progresio se intentó dejar de lado la doctrina tradicional de la Iglesia, y se originó un movimiento llamado de la "Iglesia del tercer mundo". A él adscribieron muchos sacerdotes y obispos en América Latina. La mayoría de ellos, como Mons. Angelelli, fueron víctimas de una estructura que no admitía cuestionamientos ni cambios, y marginados de la Iglesia tradicional, que los había tolerado mientras no fueron "peligrosos" para el sistema. Y, como tantos otros considerados "subversivos", asesinados, desaparecidos y/o encarcelados.