TRANSFORMACION

Las Fábricas o Empresas Recuperadas por sus Trabajadores (ERT), van a utilizar una nueva forma de organización de tipo autogestivo. Se desarrollan nuevas prácticas y significan nuevos valores que suponen la constitución de cuerpos colectivos con características novedosas. Los trabajadores recuperan (al tiempo que recuperan su empresa) su identidad, su dignidad; una parte importante de ser “sujeto”. Las transformaciones que operan en el ámbito del trabajo y de las relaciones laborales y políticas son constitutivas de sujetos independientes y autónomos, bajo nuevas formas de convivencia y de ejercicio del poder. Queda conformado un cuerpo identitario de estos emergentes como tales, reflejándose a su vez en cada uno de ellos al nivel de colectivos, y en sus integrantes de manera particular. Se hace referencia aquí a la resignificación de sus prácticas organizativas, tanto en la gestión y en la producción como en la relación social y política con el medio en que se desenvuelven. Resignificación que se manifiesta en reapropiación de valores simbólicos de la unidad productiva previa a la recuperación, en la sistematización de nuevos vocabularios y visualidades y en la proyección social que adquieren.

Nuevas prácticas desnaturalizan el sentido que usualmente sostienen las prácticas de la fábrica tradicional. Así, los trabajadores autogestionados “inventan nuevas conexiones y fraguan nuevas formas”, al desacoplar aspectos que usualmente trabajan en bloque, como por ejemplo: eficiencia y disciplinamiento, productividad y jerarquía. Aparecen prácticas comunes y horizontales, reapropiaciones de espacios y códigos antes prohibidos que, bajo el ideal de un compromiso compartido, se vuelven garantes del funcionamiento cotidiano donde se verifica que la productividad no disminuyo.

Se da así un proceso en el que los trabajadores de las unidades productivas autogestionadas, al desconectar aspectos de las lógicas capitalistas y producir nuevas conexiones, han inventado otros modos de trabajo y de propiedad, otra fábrica, otros procedimientos, otras formas de construcción política de circulación de poderes; también tal vez otras identidades fabriles. En la misma naturaleza productiva de la mayoría de estos emergentes sociales radica su necesaria inserción en circuitos comerciales, ya sea de productos o servicios. Necesidad que se ve agudizada en un contexto de absoluta asimetría en un mercado de alta concentración económica. Esta necesidad se ha transformado en una presión pocas veces cuestionada a la hora de establecer los objetivos y los formatos apropiados para darse a conocer en el mercado.

La creación de identidad empresarial busca producir un corpus sólido, gobernable, de comunicaciones oficiales con el objetivo de que el público consumidor reconozca un sentido ya prefigurado de la empresa (ese y no otro). Los programas de identidad corporativa son, en este sentido, represivos, ya que anulan detrás de la comunicación proyectada cualquier valor simbólico espontáneo, o no conducente desde la lógica de implantación y recordación de la marca como bien de consumo. Entender la base económica y productiva que da lugar al desarrollo de nuevas subjetividades es un paso previo que debe ser tenido en cuenta por la práctica del diseño de identidad a la hora de abordar disciplinariamente este tipo de emergentes sociales.

Lucas Giono//"Un enfoque necesario y posible",2011.