El trabajo de la mujer

Las mujeres sólo alcanzarían una verdadera igualdad el día en que tuvieran acceso a una educación sin discriminación. Durante décadas, la formación de las mujeres se redujo a la alfabetización básica y las labores manuales. La autoridad, y la formación de saberes, eran prerrogativas masculinas: la mujer cumplía en el trabajo un rol reproductor. La dificultad de las mujeres para acceder a los puestos de dirección en las instituciones educativas resultaba más flagrante cuanto que, desde los primeros tiempos, más del 70 por ciento de las maestras fueron mujeres.

Recién en los años 60 y 70 las mujeres comenzaron a tener acceso a la formación universitaria, a la producción intelectual y a los puestos de dirigencia. Anteriormente, las figuras que se destacaron en la literatura o en las ciencias, fueron pioneras, en general mujeres de clase media o alta con espíritu libre que se abrieron camino en territorios prohibidos.

La creciente integración de las mujeres en el mundo del trabajo ha sido un aspecto más, quizás el más relevante, de la progresiva emancipación femenina. La perspectiva de género se ha sumado así a la lucha social contra la desocupación, la inequidad de oportunidades y la impunidad del capital, y en defensa del derecho al trabajo y de condiciones dignas para todos los trabajadores.