"Sólo soy un luchador por la paz”. Con estas palabras se resumía Charles Chaplin toda su ideología política poco antes de abandonar definitivamente los Estados Unidos en 1952, hostigado por el “Comité Antiamerico.

Su última película, “Monsieur Verdoux” inspirada en un argumento de Orson Welles (compañero de exilio, como también lo fueron Jules Dassin Joseph Losey) presentaba una amarga y lúcida muestra de lo frágil que resulta la moral humana en cuanto hay dinero de por medio. Fue recibida como un ataque frontal e imperdonable por parte de la “buena sociedad”, representada por esa prensa que ya llevaba tiempo poniendo al genial director (“ese judío extranjero y comunista”) en la picota. Chaplin asino volverá a los Estados Unidos hasta 1972, y será para recoger un oscar honorífico con el que Hollywood no sólo intentaba asi reconocer queel incalculable valor de su contribución al desarrollo del cine, sino también, pedir perdón de alguna manera a un hombre que, al igual que su más famoso y querido personaje, el vagabundo Charlot, nunca quiso perder la dignidad.“El circo”, 1928, “Luces de Ciudad”, 1931, “Tiempos Modernos” ,1936 o “El gran dictador”, 1940, son títulos legendarios en la filmografía de Chaplin. La última, una grabsátira brillante y feroz contra los fascismos que amenazan con desangrar Europa, se rodaría a pesar de las furibundas amenazas recibidas por parte de la embajada alemana en Washington. Los Estados Unidos eran todavía neutrales en la guerra que abrasaba el continente europeo y la postura valiente y combativa de Chaplin le va a acarrear muchos sinsabores. Arrecia el acoso mediático contra él por parte de cierto sector de la prensa.