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Porque nunca es tarde para aprender
“En el año 1826, el gobierno de Bernardino Rivadavia, contrató al oficial prusiano Rauch, nada menos que para matar indios, su misión era limpiar la pampa bonaerense de los ranqueles, esos hermosos indios que poblaban estas zonas con absoluta libertad.
Bien, este oficial prusiano comenzó la liquidación de estos indios, y se guardan sus partes militares que hablan de su profunda sabiduría. Por ejemplo, dice que los indios ranqueles no tienen salvación porque no tienen sentido de la propiedad, también señalaba que los indios ranqueles eran anarquistas, así tal cual.
Bien, él se adelantaba, era un oficial prusiano muy valiente, se adelantaba a sus tropas 200 metros por lo menos blandiendo su espada y se encontró con la horma de su zapato, porque después de haber escrito un parte donde decía “hoy hemos ahorrado balas, degollamos a 27 ranqueles”, un indio joven, apuesto, alto de pelo largo, al que llamaban “Arbolito” lo estuvo esperando en una hondonada, y cuando pasó este coronel a toda velocidad en su corcel, se le fue detrás, le boleó el caballo, cayó el militar europeo, y el indio Arbolito cometió el sacrilegio de cortarle la cabeza. Así vengaba a tantos de sus compañeros de las pampas.
La Ciudad de Buenos Aires recibió con toda pompa el cadáver del militar europeo muerto de esa manera. Señalan los historiadores que fueron las exequias, las ricas de todo ese período argentino.
Arbolito se perdió en la inmensidad de las pampas, ya nadie lo recuerda. La ciudad donde ocurrieron los hechos se llama hoy Coronel Rauch, y muchas calles recuerdan al oficial prusiano, pero ninguna a ese héroe de las pampas… el querido Arbolito”.
Osvaldo Bayer
Este jefe ranquel de elevada talla, cuerpo muy delgado y abundante cabellera parecía un "arbolito".
 
Actividades academicas
Se abrió con las palabras de Osvaldo Bayer y culminó con la actuación del grupo folklórico Arbolito.
Acompañado por Marta y Matilde Catriel, descendientes del Cacique Catriel, contemporáneo del Coronel Rauch, Bayer instó a revisar, discutir y debatir la historia ya que "nos hace pensar cómo fue posible tener esta sociedad llena de injusticias”. Y agregó: "Los poderosos de hoy son los mismos que los del tiempo de la Campaña del Desierto".
Es que para el historiador llevar adelante ese ejercicio "es una cuestión de ética, palabra fundamental en la vida y conducta de los seres humanos".
Según Bayer, preso en 1963 por solicitar el cambio de nombre de la ciudad de Rauch, un estudio de la U.B.A. demostró que el 56 por ciento de la población argentina desciende de los pueblos originarios, por lo que su no reconocimiento constituye "una falta de respeto a la mayoría del país". Sin embargo, los políticos "no hablan por que sus antepasados son ladrones", dijo el escritor.
Luego fue el turno de Arbolito, agrupación musical fundada por estudiantes de la Escuela de Música Popular de Avellaneda, que amalgama diferentes tradiciones musicales, principalmente del folklore sudamericano y la cultura rock, y que encontraron su nombre mediante la pluma de Bayer en el relato Arbolito, el vindicador.

seudónimo de Nicasio Maciel, guerrero ranquel que dió muerte al
militar prusiano.

Bien, este oficial prusiano comenzó la liquidación de estos indios, y se guardan sus partes militares que hablan de su profunda sabiduría. Por ejemplo, dice que los indios ranqueles no tienen salvación porque no tienen sentido de la propiedad, también señalaba que los indios ranqueles eran anarquistas, así tal cual.
Bien, él se adelantaba, era un oficial prusiano muy valiente, se adelantaba a sus tropas 200 metros por lo menos blandiendo su espada y se encontró con la horma de su zapato, porque después de haber escrito un parte donde decía “hoy hemos ahorrado balas, degollamos a 27 ranqueles”, un indio joven, apuesto, alto de pelo largo, al que llamaban “Arbolito” lo estuvo esperando en una hondonada, y cuando pasó este coronel a toda velocidad en su corcel, se le fue detrás, le boleó el caballo, cayó el militar europeo, y el indio Arbolito cometió el sacrilegio de cortarle la cabeza. Así vengaba a tantos de sus compañeros de las pampas.
 
     
 
 
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