os food trucks son pequeños camiones o tráilers adaptados con cocinas para elaborar y vender comida de manera itinerante. Hoy, por falta de una legislación sólo pueden ofrecer sus servicios en festivales, exposiciones y eventos privados, pero el plan de sus dueños es salir a la calle, como en otras ciudades del mundo.Rapidez, sabor y buenos precios, son elementos que convierten a las food trucks en una opción más de comida para oficinistas. Con menús trendy y un mercado objetivo que representará el 50% del consumo global en poco tiempo,

¿son estos camiones el sueño dorado de los emprendedores?. Casi todos estos emprendedores suelen ser muy jóvenes, de entre 20 y 35 años,

VIDA PARALELA

El Puesto de Fabio, como llamó Alberti a su emprendimiento, es su segunda casa. “Me gusta comer, me gusta cocinar y me encanta compartir esos momentos. De alguna manera, siempre estuve relacionado con la gastronomía. De hecho, cuando era joven –más joven– llegué a estudiar con Mariana Berger. Aunque hasta ahora nunca me dediqué a esta actividad, el formato de food trucks es una idea que tengo en mente desde hace diez años” En sociedad con el chef Diego García Tedesco y con Johnnie Giebert, el multifacético actor logra saltar el vacío legal que hace de barrera para que los food trucks salgan a vender a la calle. Se instaló en el predio de Salón del Bajo, donde funciona la empresa de catering y el restaurante de García Tedesco. “Para ser sincero, el carro es una fachada, porque en realidad usamos la cocina del restaurante para lo importante. Tenemos cámara frigorífica, habilitaciones y todo en regla bromatológicamente. Aunque tenemos mesas y sillas al aire libre, para los que lo prefieran o para los días de frío o lluvia, tenemos también el salón adentro”, cuenta. El tráiler del Puesto de Fabio es una vieja casa rodante que el actor encontró, por casualidad, hace dos años. Llevó su auto al taller mecánico y volvió con la casa. La desguazó por completo hasta que, poco a poco, a medida que le iba entrando algún dinero, la fue acondicionando. En mayo pasado, inauguraron otra; el plus que necesitaban para salir a ofrecer su servicio a ferias y eventos privados.

Aunque reconoce que las ventas varían de acuerdo con los días, Alberti calcula que despachan alrededor de 300 hamburguesas por turno; sirven los sábados y domingos y los lunes al mediodía. ¿Qué comercializa? Su propio dueño y los ocho empleados que lo acompañan ofrecen: las clásicas hamburguesas, la “Peperino completa” y la gourmet “Fasulo”, con hongos Portobello, queso Brie y cebolla caramelizada.

“Todo el emprendimiento está pensado con el corazón porque me gusta, me entretiene y me divierte. Además, porque lo necesitaba como trabajo para tener un ingreso adicional al teatro, que por supuesto sigo haciendo. Una cosa no desplaza a la otra. Por suerte, me gustan muchas actividades y no quiero privarme de ninguna”, agrega, serio, el humorista.

MÁS BARATA QUE UN LOCAL

“Entre los sueldos de los empleados y el alquiler del local, los costos son enormes. En cambio, con el food truck, el riesgo es menor y los costos se reducen a una cochera, el seguro y los empleados (en mi caso, son tres). La inversión inicial para abrir un restaurante puede arrancar en $ 150.000 y un camión. Dependiendo cuál y qué arreglos le hagas, puede arrancar en $ 20.000”, compara. Sin embargo, más barato no significa necesariamente más fácil. Para los Bouquet, el mayor desafío fue conseguir los primeros clientes y la inversión en tiempo es un factor que se debe tener en cuenta. Las redes sociales fueron su principal aliado para dar a conocer la marca y la oferta gastronómica que ofrecen. Pero, dice Bouquet, también hay que estar muy atento a la agenda de ferias y exposiciones. “Hay que moverse mucho y generar las oportunidades. Yo veo un anuncio y les mando un mail presentando la propuesta. Nuestro debut se dio de esa manera. Mientras aún tenía el camión en construcción, le mandé un mail a la productora Fénix y les dije que queríamos estar en el recital Lollapalooza del año pasado. Y nos aceptaron”, cuenta.