Durante la década del 20, Mario Palanti (arquitecto italiano) encuentra la posibilidad de desarrollar una poética monumental con la construcción de ejemplos bien precisos: los Palacios Salvo y Barolo.
Palanti reclama un cambio en la reglamentación urbana porteña que posibilite aún más una política de la excepcionalidad. Variación de las dimensiones de los lotes, eliminación del parcelamiento tradicional de pequeñas unidades rectangulares, anulación de las restricciones a la altura, son los elementos más notorios de un discurso que exige, para la inspiración del genio,las herramientas que hagan posible la construcción de una nueva estética urbana.