Se estima que la aparición simultánea y masiva de esta
práctica en diversos países se derivó del entrenamiento
común recibido por parte de los encargados de la represión,
en una institución ubicada en Panamá llamada Escuela de
las Américas, dependiente del gobierno de los Estados Unidos.
El primer paso de este método consistió, a grandes rasgos,
en el apresamiento de las víctimas por parte de órganos
de la fuerza pública, grupos encubiertos de policía secreta
o paramilitares que contaban con el apoyo oficial. En ocasiones, el arresto
se realizaba con cierta formalidad, en otras, revestía la apariencia
y brutalidad de un secuestro.
Una vez apresada, la víctima era normalmente sometida a sesiones
de tormentos físicos y psicológicos, mientras que los canales
oficiales de información negaban a cercanos y parientes tener conocimiento
del destino o paradero de la persona. Finalmente, el prisionero era asesinado
y su cadáver ocultado. El ocultamiento del cadáver se efectuó,
en muchas ocasiones, con apoyo de medios aéreos, como aviones y
helicópteros, desde los que los cuerpos eran lanzados al mar o
a zonas inaccesibles. |